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COSITAS INTERESANTES
El esfuerzo / la perseverancia

La perseverancia, un valor que se aprende

 [Fragmento del artículo Obtenido de Universidad Para Padres. Visítalo en: http://universoup.es/15/explorandoelhorizonte/la-perseverancia-un-valor-que-se-aprende/]

Cortijo Enríquez mayo, 2015

Todas las capacidades intelectuales y emocionales se adquieren mediante entrenamiento.

Podemos definir la perseverancia como la capacidad de mantener el esfuerzo para conseguir una meta y que  ayuda  a que el niño se vaya convirtiendo en una persona resistente y con un tono vital proactivo.

Si creemos en lo que hacemos y nos armamos de paciencia para sortear los obstáculos que se nos presentan en el camino, si no perdemos de vista nuestras metas y luchamos contra el cansancio o el desánimo, sentiremos una incomparable satisfacción cuando tengamos ante nosotros el fruto de nuestro esfuerzo.

Conviene comenzar la educación de la perseverancia a partir de los 2-3 años, cuando el niño comienza a desear ser autónomo. Por ejemplo, cuando quiere comer solo, atarse los zapatos, hacer un rompecabezas. Podemos educarle para mantener el esfuerzo dejándole que haga las cosas solo, guiándole si es necesario y exigiéndole que termine lo que comienza.

En cada momento de su evolución, nos guiará la aplicación de lo que denominamos recursos básicos:

  • Ha de aprender que las tareas que se inician hay que terminarlas. Cuando el niño tiene 4-5 años debe aprender, como una cosa natural, que todos tenemos deberes, una idea que debe formar parte de su mundo cuando comience a ir a Primaria, porque allí se van a encontrar con “deberes” que hacer. Como los niños quieren crecer, es útil relacionar los deberes con la “escuela de los mayores”, lo que resulta siempre un aliciente. Es importante que el niño tenga la experiencia del éxito merecido, porque es un gran activador de energías. Para ello hay que plantearle metas adecuadas, lo suficientemente difíciles para que sienta la satisfacción de conseguirlas, pero no tan difíciles que la probabilidad de fracasar sea demasiado alta. No conviene ser excesivamente exigentes. Pero tampoco demasiado laxos. El niño detecta con una precisión notable el elogio no merecido. Tiene que poder evaluar sus resultados, y sentir que progresa.
  • Formación de hábitos. Los hábitos se adquieren por repetición y son una gran ayuda para la acción, porque la facilitan (creando automatismos), y pueden convertirse en fuente de motivación. También nos permiten adquirir resistencia para soportar el esfuerzo y para aguantar la frustración. Como saben todos los entrenadores, la resistencia se consigue aumentando paulatinamente la dificultad de la tarea.
  • Los premios. El premio es la gran herramienta para favorecer el aprendizaje del esfuerzo. Debemos recompensar con el reconocimiento, el elogio, la demostración de orgullo cualquier esfuerzo del niño, aunque no haya conseguido su meta. El esfuerzo debe ser premiado por sí mismo.
  • Las sanciones. Conforme el niño va adquiriendo responsabilidad debe saber que las acciones tienen consecuencias, algunas de ellas desagradables. La sanción cuando el niño no hace sus deberes, abandona la tarea, etc. debe tener un carácter de “consecuencia” natural’, señalada desde el principio. No es la madre ni el padre quienes castigan, es el niño quien ha elegido la sanción, que debe presentarse como algo intrínseco a la acción hecha. “Si dejas caer un plato, se rompe”,  ”Si no recoges los juguetes, no los usarás mañana”.

 

  • El ejemplo. La perseverancia se aprende por imitación. Si el niño ve que sus padres no claudican con facilidad, soportan el esfuerzo y se enfrentan a los problemas, es muy probable que adquiera esa misma actitud. Especial importancia tiene la forma en que los padres interpretan las dificultades. Verlas como un reto no como una tragedia.
  1. El razonamiento. No basta con dar consejos rutinarios, hay que dar razones y señalar ejemplos para convencer de la necesidad de esforzarse para conseguir las cosas. Explicar al niño que puede encontrar grandes satisfacciones si se esfuerza, que progresar es muy bonito, que todos podemos mejorar si nos entrenamos. Parecerá que no sirve para nada, pero es la última línea de resistencia. Es evidente que los ejemplos con frecuencia proporcionados por la sociedad que favorece prestigios inmerecidos, no premia a los mejores, admira a los especuladores y la cultura del pelotazo, influyen negativamente en la educación.

Los perseverantes son: pacientes, disciplinados, decididos, valientes, responsables.

Artículo completo en:

 http://universoup.es/15/explorandoelhorizonte/la-perseverancia-un-valor-que-se-aprende/

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